domingo, 6 de julio de 2014

Reciclaje de tarjetas de sonido

Sound Blaster Audigy
La popularización y desarrollo de la informática en la década de los 90 del pasado siglo hizo nacer un nuevo concepto: multimedia. Los ordenadores ya no sólo eran meros procesadores de datos, sino que habían entrado en las viviendas para jugar, ver películas y oír música. Y no sólo en las viviendas, sino que nivel profesional, se hacían películas, se retocaban fotos y se hacía música. El mundo de la tecnología estaba dando un paso de gigante.

Ese momento histórico, desde el punto de vista de la tecnología, se pudo dar por la popularización y mejora de los sistemas operativos, además del abaratamiento de los circuitos electrónicos. Lo que era absolutamente impensable, además de carísimo en los 80, en los noventa era real y asequible económicamente.

Un ejemplo revolucionario fue la tarjeta Sound Blaster 16, que incluía la síntesis FM a través del chip Yamaha OPL-3, que en los ochenta formaba parte del conocido sintetizador Yamaha DX7. En los ochenta, este sintetizador fue revolucionario, ya que era polifónico, digital y tenía una gran calidad de sonido, pero evidentemente era caro en su día; fue tan bueno, que hoy día se sigue utilizando y de segunda mano no baja de los 250 euros. Pues bien, una década después, en un ordenador doméstico, la tarjeta de sonido Sound Blaster 16 sonaba igual que el Yamaha DX7 y además podía hacer muchas más cosas.

Hoy día, para un usuario normal, la tarjeta de sonido se halla integrada en la placa madre, pues proporciona un buen sonido, sin necesidad de tarjeta adicional. Para un usuario aficionado a los juegos, hay tarjetas con sonido envolvente y efectos. Para un músico, las tarjetas deben ser específicas y frecuentemente son externas. En todo caso, esa tarjeta de sonido externa, que antes existía, ahora ya no es lo común.

A consecuencia de todo esto, existe un enorme stock de tarjetas de sonido usadas, en perfectas condiciones, pero que ya no se usan. Se pueden conseguir a precios ridículos o simbólicos (algunas no llegan a 1 euro), y es una pena que acaben contaminando el medio ambiente como basura electrónica cuando guardan un enorme potencial de audio.

¿Qué se podría hacer con ellas? Crear una interfaz de sintetizador o un secuenciador. Al ser su tecnología digital habría que diseñar un circuito que convirtiera las señales digitales en analógicas. Ese circuito tendría una ranura de expansión en la que se insertaría la tarjeta, dependiendo de su generación, es decir, de su antigüedad. Lo demás, el diseño y sus posibilidades, estaría a cargo de la mente del inventor. Una vez creado el circuito y la interfaz, el ensamblaje sería relativamente sencillo, pues sólo sería introducir la tarjeta de sonido en el slot o ranura de ensamblaje.

En este sentido conviene consultar el proyecto de conocimiento abierto MIDIBOX, pues proporciona ideas muy interesantes.


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