jueves, 10 de julio de 2014

Empresas basadas en la solidaridad


Cuando pensamos en la palabra empresa pensamos al mismo tiempo en ánimo de lucro, así están definidas jurídicamente, además una empresa sin ganancias no tendría sentido, ni cumpliría su función. Ahora bien, hay que tener en cuenta que si las empresas crean riqueza, crean trabajo y bienestar que repercute a toda la sociedad. Pero esto no quiere decir que la avaricia justifique todo, ni muchísimo menos. Las empresas con malas prácticas, mala fe, abuso de poder y falta de un código ético cada vez son peor miradas y señaladas en los espacios de Internet, lo que a la larga les puede hacer un daño terrible. En cambio, las empresas con un comportamiento ético y de respeto a los trabajadores y clientes cada vez son más valoradas.

Que el comportamiento de una empresa deba ser ético no se discute. Vamos a dar todavía un paso más allá. ¿Podrían crearse empresas cuyo objetivo fuera la solidaridad? ¿serían rentables?

Pues parece ser que sí. El diario digital Expansión publica un artículo que muestra a varias de estas empresas.

HealthEye ayuda a personas que padecen enfermedades raras, un colectivo olvidado. Sus ganancias vienen de la publicidad de psicólogos, fisioterapeutas y proveedores de aparatos médicos. En FamilyApp, por una donación mínima de 10 euros al año, se obtienen descuentos en empresas con las que tienen acuerdos. Debien es una marca de alimentación básica a precios económicos y con un componente solidario muy importante, ya que parte de los productos se entrega a los bancos de alimentos.

UEIA apadrina exclusivamente proyectos tecnológicos que exclusivamente tengan un fuerte componente de solidaridad, al tiempo que sean viables como modelo de negocio.

El objetivo de estas empresas no puede ser más beneficioso para la sociedad: casar la economía de mercado con la economía social, ser solidario siendo a la vez empresario. Nada imposible para personas con creatividad, un buen plan de negocio y constancia.

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miércoles, 9 de julio de 2014

Nadie quiere el borde


Es un hecho, nadie quiere el borde una pizza o una empanada. Porque el borde es la parte con menos sabor, con más masa y a veces, más indigesta.

Se han buscado varias soluciones, desde rellenarla con queso o salsa, a simplemente quitarla mediante un corte, pero éste último método es antieconómico, porque se desperdicia una parte importante de masa.

¿Qué posibles soluciones podría haber? Una propuesta, sería rellenarla con algo distinto del resto de la pizza o empanada, de forma que diera un valor añadido al encontrarse con un sabor distinto del resto. Y aquí entraría en juego la gastronomía y la cocina, como mezcla de arte y técnica culinaria.

El producto sería una pizza o empanada distinta de las demás, un producto único.

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domingo, 6 de julio de 2014

Reciclaje de tarjetas de sonido

Sound Blaster Audigy
La popularización y desarrollo de la informática en la década de los 90 del pasado siglo hizo nacer un nuevo concepto: multimedia. Los ordenadores ya no sólo eran meros procesadores de datos, sino que habían entrado en las viviendas para jugar, ver películas y oír música. Y no sólo en las viviendas, sino que nivel profesional, se hacían películas, se retocaban fotos y se hacía música. El mundo de la tecnología estaba dando un paso de gigante.

Ese momento histórico, desde el punto de vista de la tecnología, se pudo dar por la popularización y mejora de los sistemas operativos, además del abaratamiento de los circuitos electrónicos. Lo que era absolutamente impensable, además de carísimo en los 80, en los noventa era real y asequible económicamente.

Un ejemplo revolucionario fue la tarjeta Sound Blaster 16, que incluía la síntesis FM a través del chip Yamaha OPL-3, que en los ochenta formaba parte del conocido sintetizador Yamaha DX7. En los ochenta, este sintetizador fue revolucionario, ya que era polifónico, digital y tenía una gran calidad de sonido, pero evidentemente era caro en su día; fue tan bueno, que hoy día se sigue utilizando y de segunda mano no baja de los 250 euros. Pues bien, una década después, en un ordenador doméstico, la tarjeta de sonido Sound Blaster 16 sonaba igual que el Yamaha DX7 y además podía hacer muchas más cosas.

Hoy día, para un usuario normal, la tarjeta de sonido se halla integrada en la placa madre, pues proporciona un buen sonido, sin necesidad de tarjeta adicional. Para un usuario aficionado a los juegos, hay tarjetas con sonido envolvente y efectos. Para un músico, las tarjetas deben ser específicas y frecuentemente son externas. En todo caso, esa tarjeta de sonido externa, que antes existía, ahora ya no es lo común.

A consecuencia de todo esto, existe un enorme stock de tarjetas de sonido usadas, en perfectas condiciones, pero que ya no se usan. Se pueden conseguir a precios ridículos o simbólicos (algunas no llegan a 1 euro), y es una pena que acaben contaminando el medio ambiente como basura electrónica cuando guardan un enorme potencial de audio.

¿Qué se podría hacer con ellas? Crear una interfaz de sintetizador o un secuenciador. Al ser su tecnología digital habría que diseñar un circuito que convirtiera las señales digitales en analógicas. Ese circuito tendría una ranura de expansión en la que se insertaría la tarjeta, dependiendo de su generación, es decir, de su antigüedad. Lo demás, el diseño y sus posibilidades, estaría a cargo de la mente del inventor. Una vez creado el circuito y la interfaz, el ensamblaje sería relativamente sencillo, pues sólo sería introducir la tarjeta de sonido en el slot o ranura de ensamblaje.

En este sentido conviene consultar el proyecto de conocimiento abierto MIDIBOX, pues proporciona ideas muy interesantes.


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viernes, 4 de julio de 2014

Una lámpara para pobres


Alfredo Moser es un inventor y mecánico brasileño, que tuvo una genial idea. La refracción es el cambio de dirección que experimenta una onda al pasar de un medio material a otro. Cuando una onda lumínica atraviesa el agua, cambia de dirección, pero continúa en ella. Y en un trayecto corto, no se nota su absorción. Este fenómeno que todo el mundo conoce, aunque no entienda su razonamiento teórico fue utilizado por Moser.

Uberaba, al sur de Brasil, la ciudad en que vive Alfredo Moser, sufre continuos apagones y falta de suministro eléctrico. Para resolver todo esto tuvo una idea  que hasta entonces no se le había ocurrido a nadie. Colocando al sol parte de una botella de dos litros llena de agua, esta se ilumina en todo su volumen. Se añade lejía al agua para evitar la aparición de algas y se coloca en un agujero del tejado, ajustándola con una resina de poléster. Tenemos así la bombilla Moser.

Alfredo Moser, con las bombillas que llevan su nombre
Alfredo Moser, con las bombillas que llevan su nombre (Fuente: El Confidencial)


La bombilla equivale en potencia a una convencional de 40-60 W, con la ventaja de no consumir energía eléctrica, ni contaminar.

¿Se te ocurre algo similar para aprovechar la luz del Sol, fuente inagotable de energía?